Ya
atardeciendo un buen día venían unas
personas jineteando sendos caballos por ese polvoriento camino de no se donde allí
mismo en mitad de la sabana que recién mojada por las lluvias invernales, aun parecía
sedienta de tanto haber pasado una agonizante sequia veranera, la piedra que
era yo, asentada en este solaz ambiente, únicamente circundada por los arbolitos
de tanino y los ya consabidos morichales, también aun en su asiento rezumaba
humedad, y sentía el frescor y renovación que la lluvia le había dado, y
meditaba en como el llano se vestiría de carnestolendas y policromaticos
matices en el espejo de la sabana que ya
anegada por el agua seria como un espejismo para quien no conociera de
cómo de una estación a otra puede variar el paisaje en la quietud del
horizonte, y vuelan festoneando los carraos, alcaravanes, las corocoras,
gabanes, el gavilán primito, las garzas y garzones, que en jolgorio alborozo van volando hasta posarse
los unos sobre las astas de los chaparros y los otros con sus largos zancos allí
mismo en las charcas y lagunas recién formadas por la lluvia y en el acogedor
morichal cuyas palmas están preñadas de la jugosa fruta que es un preciado
bocado para algunas aves y para el mismo ser humano, pues bien así llegando en
amena conversación a este paradisiaco lugar estas personas dieron en avistar la
granítica piedra con forma de asiento, y asombrados por la singular
conformación de esta, empezaron a discernir de tantas cosas raras e insólitas
que Dios ha hecho en este mundo, y secaron el asiento se pusieron cómodas a
seguir chachareando y uno de ellos dijo, eso no es nada yo se de un caimán que
tiene los dientes de oro, a lo que le contestaron riéndose quienes le
acompañaban, ah,jeje, pero entonces cuéntenos como es eso, como es esa
historia.
Bueno,
ríanse, se las puedo contar, pero no se
si estarán de acuerdo, por que como es una larga anécdota, pues que tendremos
que pernoctar aquí, ustedes dirán.
La
piedra en soliloquio monologo oía todo esto y se apresto a no perder detalle de
cuanto allí se contara, por que aun con todo su saber de siglos nunca había
sabido de tal hecho
Se
empezaron a consultar entre ellos y `poniéndose de acuerdo dijeron, bueno Don
Luis, que así se llamaba quien iba narrar el cuento, vamos hacerlo así, vamos
primero a levantar campamento, y así diciendo fueron desmontando de sus
jamelgos y luego descargaron de estos sus bártulos, encerados y macundales, y
desliando estos, se pusieron manos a la obra en hacer el campamento en lo cual
no consumieron gran cantidad de tiempo.
Entonces
habiendo quedado la piedra en el centro
del campamento, llegaron e hicieron casi
al pie de esta una fogata con unas topias y un hornillo de querosén que
utilizaban para estos menesteres cuando la leña estaba mojada pero que al calor
de la hoguera rápidamente secaba y entonces pasaba a suplir el hornillo e inmediatamente las flamígeras
y anaranjadas llamas en contoneantes y alegre danza daban una agradable y palpable sensación acogedora al
ambiente, y ahítos de acomodarse cada quien y ya en tranquilidad compartir las
historias que cada cual tuviese a bien contar, se prepararon una austera cena y
un abundante café cerrero, y ya saciado el apetito, se instalaron en su
aposento y sorbiendo y saboreando con placidez el sabroso guayoyo, dicen, ahora
si mi don puede usted arrancarse con su
mentado caimán dientes de oro.
Ah
bueno, pero me dan un cerrero y me dan una mascaita de tabaco, por que como ya
les dije es largo el cuento y tengo que apertrecharme bien para emprenderlo.
Ah
no por eso no se preocupe, tome su café y esta buena pella de tabaco para que
se le haga claro el pensamiento y nos cuente con lujo de detalles los
acontecimientos.
Saboreando
y tomando unos sorbos del sabroso y aromático café recién colado, agarro la
pella de tabaco y masticándola con deleite empezó don Luis su narrativa: Pues
resulta que viviendo yo en Altagracia de Orituco por allá por el estado Guárico
y conociendo yo a Don Juan Salinas, que
tiene un hato de ganado por allá en Cabruta, y por ser comerciante, yo conocía muy bien ese
poblado llanero costeño que está situado
al sur al margen del costo del Padre rio Orinoco, pues es bien sabido que en
los costos del Orinoco, por esos lares los campesinos producen patilla, melón,
arroz frijoles, algodón, mucha pesca, todos productos de muy buena calidad y
sabor, ah y el no menos sabroso queso de cincho cabruteño, pues es entonces
como ya os dije, que conociendo ya esos hermosos predios, y ya que estaban mis muchachos de vacaciones
por tiempos de semana santa, se me ocurrió
contarles de mis correrías por esas inmensidades del llano y lo que
logre fue de embullarlos para llevarlos
a que conocieran esos lares, así es que más tarde en proponerles la aventura
que ellos en decir casi al unisonó que si.
Así
es que ya bien de madrugada, amaneciendo y abriendo la semana santa, y teniendo
yo una vieja camioneta jeep, en ella
embalamos los bártulos y todo lo necesario para emprender viaje temprano , y
así lo hicimos y empezamos a pasar en la trayectoria poblados y caseríos, y en
cada pueblo o caserío hacíamos una parada para descansar y refrescar, por que
hechos de granzón eran mas caminos que carretera y cansón el hamaqueo del carro, así es que en media hora fuimos
pasando Lezama, allí visitamos a don Pablito Manuiit, luego en una hora la
Esperanza, paramos un rato en casa de Neno Ávila, luego casianero, después en
un cuarto de hora Cujialote, hasta llegar en una hora a Chaguaramas allí
agarramos vía las Mercedes del Llano donde llegamos tras una larga hora y media
allí visitamos a los Belisario, continuamos y llegamos en una hora a Santa Rita
donde estuvimos compartiendo con la familia Carballo, luego de haber pernoctado
seguimos periplo y en otra hora estuvimos en Cabruta.
Ah
no don Luis dicen los compañeros de andanzas, pero usted esta poniendo largo el
cuento de tanto explicar pormenores del viaje.
Ah
lo que pasa es que a mi me gusta extenderme en detalles para que tenga visos de
realidad la historia.
Ah
bueno, disculpe y continué con su narración, que ya sabremos entender.
Pues
bien ya en Cabruta nos adentramos unos doscientos metros antes de llegar a esta
por un camino que sale a la izquierda por entre medanales y chaparrales hasta
llegar al hato de don Juan Salinas, donde después de un afectuoso saludo entre
familias, Juan Salinas
mando
sacar agua del aljibe que hay aledaño a la casa de vivienda, para hacer y brindar un guayoyo, que por lo demás
estaba exquisito, estuvimos en amena conversa hasta entrada la tarde que rayaba
en el ocaso, y en la rojiza y celeste bóveda ,el gran artista Hacedor del
Universo, pintaba en el horizonte, inspirado por las musas divinas policromas
figuras de alabastro, para brindar satisfacción a los sentidos del más exigente
observador, y don Juan nos dijo para que colgáramos las hamacas dentro en la
vivienda, pero los muchachos se empeñaron en que acampáramos al cobijo de los añosos árboles
de mango que rodeaban la casa, pues y dicho y hecho colgamos de árbol a árbol y
en el centro prendimos un fogón, y ya cayendo la noche y ansiosos de oír
historias de quienes más experiencia han tenido en la vida y faenas del llano, la muchachada y los adultos
hicimos corro alrededor de la fogata que alegremente lanzaba miríadas de
fulgurantes destellos.
Entonces
Juan salinas me dice como hermano fraterno, mira Luis yo les voy a contar de un viaje que hice a San Fernando de Apure
donde existe un caimán que tiene los dientes de oro.
Afloro
a los labios de la concurrencia una irónica y despectiva sonrisa provocada por
la incredulidad , pero le dije, pues échele,
que tanto los muchachos como yo queremos
oír esa anécdota.
No perdíamos detalle del porte y carácter de
Juan, hombre este de unos caracteres muy singulares del ser llanero de por esos lares, de una estatura regular, de
fuerte complexión rostro de rasgos aindiados ojos oblicuos, nariz aguileña,
labios pronunciados y de tez entre canela y caoba y de indumentaria un liquilique
negro, alpargatas de suela, tejido
pabilo negras, suela con punteras de cuero, coronando su cabeza un sombrero
pelo de guama color gris, y de cinturón una faltriquera con fajas, en una faja
lleva una bolsa de cuero con tabaco de mascar y en otra faja al mismo cinto un
dinerillo y algunas monedas, y enfundado del lado izquierdo un puñal cacha de
venado como de jeme y medio que complementaba la reciedumbre de Salinas.
Pues
bien dice Salinas; es el caso que teniendo que hacer yo un viaje de negocios
por unas bestias a San Fernando, Salí de aquí bien de madrugadita y me llegue hasta
el puerto de Cabruta para de allí en bongo iniciar la partida, y ya allí se me acerco concho. Un pescador de los
costos del Orinoco, indio fuerte y diestro en el arte de bonguear y pescar, y
me dice Don Juan, va a compra rayado, mire que esta fresquecito bien bueno pa comerlo frito con casabe.
Caramba
concho, horita te lo comprara, pero da la casualidad que voy saliendo pa San
Fernando a hacer unos negocios y de aquí a que regrese ya se habrá
descompuesto.
Ah
no don Juan, si usted quiere lo tasajeamos y salamos y al regreso se lo lleva,
y siendo así me pongo a su disposición para acompañarlo y llevarle en mi
curiara, que ya por hoy no pescare más.
Bueno
concho, si es tu gusto vamos dándole que para luego es tarde.
Así
es que luego de componer el pescado, nos
agilamos por el padre rio que estaba un
poco picado, pero concho con su diestra habilidad con la palanca y canalete mantenía
el rumbo con serenidad y firmeza.
Durante
el trayecto íbamos conversando, por que saben concho es muy elocuente y buen
chacharero, pero lo notaba ensimismado y
le pregunte que le pasaba que estaba tan taciturno, entonces este me dice
contrale don Juan tengo un dolor de muela que me tiene embromado, pero no jile,
en llegando a San Fernando parto raudo
pa casa de Don Faoro el joyero.
Jeje,
le digo caracha concho y que tie que ver un joyero con un dolor de muelas, por
que que yo sepa lo que saben es hacer adornos y bisutería.
No
Don Juan, no se ría que no es motivo de risa, pasa que este señor aparte de ser
un profesional de la orfebrería lo es también en el arte de arreglar dientes, y
como será que hasta tiene un caimán al que le arreglo los dientes con oro, y se
los encasquillo en oro…
JeJe
concho no me fuñas, a otro perro con ese hueso no me vengas con cuentos de
caminos, mira que este que llevamos es harto largo y si me vas a caer a cobas
pues entonces yo también veré de desquitarme y meterte un embuste también.
Concho
un poco enfurruñado dice, cónchale Don Juan mire que si he sabio que me iba a
toma por embustero mejor me hubiera quedado relajando mis pescaos.
Jumm
Concho lo que pasa es que se me hace un poco difícil de creer que exista ese
tal caimán dientes de oro.
Caramba
Don Juan no sea tan incrédulo que lo que le estoy diciendo es la purita verdad
de verdaitica, y para que usted se mate por su propia vista, al llegar a San
Fernando me va hacer el favor de acompañarme a casa del joyero.
Bueno
esta bien Concho disculpa, y saque sendas pellas de tabaco de las cuales tome
una y le di otra a el, toma concho pa que te alivies un poco hasta que lleguemos allí.
Ah bueno
Don Juan, así masticando este tabaco también rumiaremos un poco el pensamiento
para distráenos y hacer más corto el camino.
Y
así masticando y rumiando el pensamiento seguimos esquivando escollos por el
raudo rio, entonces vimos como venían en ribazón muchos peces, y Concho me dice.
Caramba
esto si no es ribazón, hay que tener cuidado Don Juan, pues puede ser también
alguna culebra de agua o hasta el mismo caimán ese que mientan el patrullero y
que dicen, yo no lo digo por que no lo he visto, que y que mide como una cuadra
y que tiene mas cachos que un venao, y que se la pasa merodeando por el Arauca,
el Apure y también por estos lares, y mire que no le seria muy difícil de
hacernos volca la curiara.
Tas
viendo Concho, que a veces se nos hace un tanto difícil de creer cosas que nos
cuentan pero que nunca hemos visto, yo digo como Santo Tomas, ver para creer.
Y
dele usted Don Juan con ver pa cree, pero ya vamos llegando al puerto de San
Fernando, así es que en amarrando el bongo en los pilotes vamos a partir
primero pa donde Don Faoro pa que vea que este caimán dientes de oro si es
verdad.
El
caso es que en verdad, llegando a San Fernando de Apure, desembarcamos y nos fuimos derechito pa la
plaza del pueblo, que allí en su calle principal cerca, frente a la iglesia
estaba la joyería, un humilde y vetusto caserón de paredes de bahareque, de
grandes ventanales y portón de madera con gruesas aldabas y que ostentaba en su fachada un gran cartel
que decía, Taller de joyería Faoro, aquí se fabrican todo tipo de adornos en
platino, plata y casi cualquier tipo de metal, ah y por supuesto en oro, y si viene a preguntar también se arreglan
dientes y cualquier otra cosa que tengan a bien mandar
arreglar, y todo esto lo hacemos con la velocidad de un meteoro.
Concho
dio con las aldabas fuertes toques en la puerta, de adentro se oyó una voz de
mujer, ya va ya va, que estoy volteando las arepas, un momentico por favor.
Al
ratico se oyó como quitaban una tranca y despasaban unos cerrojos y chirrió la
puerta en sus goznes al abrir, y se asomo la mujer ama de casa, y pregunto, ah
buenos días, que desean los señores, estamos para servirles.
Buenos
días Doña Matilde dice Concho,¿ esta Don
Faoro?, que necesitamos nos alivie de pesares, a mi de un dolor de muelas y al
compañero Salinas a quien tengo el gusto de presentarle, de su incredulidad.
Ah
pero si es usted Concho, bueno mucho gusto señor Salinas, pero pasen, pasen
adelante y hacen el favor de sentarse un momento mientras les atiende Faoro,
que esta en el patio dándole de
comer al caimán, horita mismo le aviso
para que los atienda y fue a la cocina y nos trajo sendos tazones con aromático
y humeante cerrero recién colado, si gustan tómense este cafecito mientras voy
a por Faoro.
Mientras
tomábamos el sabroso café quedamos absortos observando la casa de amplios
corredores en cuyos aleros colgaban materos con plantas ornamentales de muy
diversos y variados colores y que despedían una agradable fragancia.
Al
rato vino atendernos el Jefe de la casa, que nos sorprendió en nuestro
ensimismamiento preguntando con recio pero amable tono de voz, ah buenos días
señor, buenos días Concho, qgue será qgue les tdrae pbor acá.
Ah
Don Faoro conozca usted a Don Salinas vecino de Cabruta, que a su vez quiere
conocer a su caimán dientes de oro, y yo
que vengo para ver si me puede curar un dolor de muelas.
Bueno
mbucho gusto señor Salinas, Yo soy Faoro, que si pbuedo lo que sea lo arreglo y
si no se lo pbongo de bplatino, bplata u oro.
Este
señor Faoro tenia y dejaba traslucir un cierto acento extranjero, y tenia en
verdad aspecto de ser como de raza Arabe,…pbase, pase usted primero Concho para
revisar a ver
que
es lo que le aqueja para tratar de solucionarlo, y usted no se preocupe mi don
que ya tendremos tiempo para matar la curiosidad.
Así
es que luego de haber atendido a Concho y de haberle diagnosticado y
solucionado el problema de la muela en un santiamén, pues se trataba de que se
le había clavado una pequeña espina de pescado entre la muela y la encía, la
cual luego de extraer la espina alivio a Concho de su malestar, pues, nos hizo
pasar al soleado y amplio patio en cuyo centro y rodeado de unas palmeras había
un estanque, y allí en la orilla un gran y viejo caimán como de tres metros y
con sus fauces abiertas asoleándose y dejando que unos pájaros torditos se
bañaran en el estanco y que le limpiaran con sus agudos picos los dientes que
lanzaban áureos destellos a los reflejos del sol, y bien si, vaya que si era
cierto la veracidad del caimán dientes
de oro. Y, que no bien con mucha perplejidad lo reconocí. Y este esta es la
historia del caimán dientes de oro, y queda de ustedes mi querida concurrencia
el creerlo o no…
Don Luis dice, Caramba Salinas, yo si creo esa
historia, por que he estado en varias ocasiones en San Fernando y conocí en
persona al afamado Faoro y su no menos famoso caimán dientes de oro.
A
todas estas, la piedra que era yo, estaba absorto oyendo el relato y saliendo
de su inconmovible silencio les hablo a los pernoctadores de su aposento, oigan
que esta buena esa historia, me gusto mucho, échense otra tan buena como esa…
La
estupefacción hizo presa de los circundantes, y asustados trataron presurosos
de huir, de salir en volandas de allí…
Pero,..
sssito ssssitooo, les calme, y hablándoles
calmadamente, con sosiego, con mi poder
de convencimiento,… no temáis, que no es nada del otro mundo, yo también soy
hechura natural del mundo, y si Dios me
quiso dar esta forma y este don de oír pensar y hablar es para que como buen
juglar le traspasase mis conocimientos a generaciones futuras y a quienes
sobrevivan en el tiempo y quieran oír mis historias, que un poco son mías y
otras como esta que he oído producto de la real vivencia de ustedes como
humanos que son.
Uno a
uno los campantes fueron acercándose a mi y con precaución me observaban, y
palpaban mi porosidad y configuración pétrea y no daban crédito a mis
cualidades, y dijeron.
Estas
viendo Luis que hasta a esta piedra la haz hecho hablar incrédula por tu
bendito caimán, no jiles si hemos sabido nos fuéramos acostado a dormir sin
más.
No
Camaritas dije, es mi condición que por la eternidad sirva como registro de las
historias para pasarlas al conocimiento de quienes pasen por aquí.
Ah
pero si es así échenos usted una historia ya que debe saber muchas de tantos
años que tiene de existencia.
Ah
no, eso que ustedes piden de que les cuente una historia, no se va poder por
que ya esta bastante entrada la noche y ustedes tienen que partir de mañanita,
y por otra parte que ya con la que les conto Luis es más que suficiente por hoy
y como les dije tengo que guardar mi repertorio para compartirlo con muchos
más.
Así
es que duerman bien y descansen que como dicen ya con el día de hoy es
bastante.
Los
paseantes bien temprano al amanecer partieron bien de madrugada, no sin antes
escuchar a la piedra que era yo; Cuando vengáis de regreso os contare de Flora
y Ceferino, dos personas nativas de este inconmensurable llano, que junto a sus
hijos sufrieron calamidades propias de este mismo a causa natural…
Continuará…
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