lunes, 19 de noviembre de 2012

La conquista del Sur...O, El de Tigre Cebabao...El Cazador


Continúa La Piedra que era yo…
 
 
  Cabruta                                                                                          Caicara


Saben mis apreciados lectores y lectoras, que de tanto elucubrar de mi memoria, pues se me había olvidado deciros que también tengo otro don o habilidad, y es el que puedo, en el tiempo y en el espacio viajar y estar en distintas regiones o sitios, facultad esta que me sirve de buen provecho tanto para compartir mis conocimientos como para adquirirlos de todo ser viviente que se tenga a bien el dedicar un poco de su valioso tiempo a dejarse oír o entablar conversaciones conmigo…

Es así que teniendo yo esta tan portentosa cualidad, un bien asoleado pero fresco buen día de un abovedado cielo azul celeste festoneado por algunas pequeñas nubes de verano, en cuyo espacio volaban erráticas golondrinas y gavilanes tijeras haciendo perfectas acrobacias aéreas como consumadas dueñas de su medio, pues es entonces  que me tele transporte y asenté por allí,  por los lares de Santa Rosalía, más adelante de Calcara del Orinoco por el Estado Bolívar, en una limpia y medanal sabana solo adornada por una escasa vegetación propia de estas, de yerba y rala paja sabanera, chaparros, arbolitos de guayabitas. De árboles de aceite, y de vez en vez por uno que otro oasis de morichales, y en este diversas especies  de palmas de coroba y de yagua, y de árboles de tacamahaca y cerezas,  el paisaje natural se armonizaba con uno que otro rancho de bahareque, de techos de palma moriche, y en sus patios pero que en si en su conjunto no dejaba más que alternar en la monotonía del paisaje y adornarle, uno que otro tranquero de entrada de algunas fincas ganaderas de los contornos, donde abundaban muchas hermosas reses de ocres colores, y habían vacas lecheras y uno que otro padrote que celoso cuidaba del rebaño de su vacada, todo este paisaje parecía en su conjunto estar creado por una artística mano que ponía armonizando todo, el trasfondo de la intrincada e inconmensurable selva montañosa del macizo Guayanez…
 
Chalana llegando a Caicara                                                        Carretera de Granzón
Pues entonces aconteció que viniendo por esas carreteras de granza que parte desde Caicara del Orinoco hacia Ciudad Bolívar, venían unas personas en un camión de estacas, alrededor de seis eran, y paso que el auto se les accidento en las inmediaciones donde ya yo estaba ubicado, el vehículo venia con un inusual ronroneo de su motor, entonces empezó a traquetear y así disminuyo velocidad hasta que se detuvo como exhausto e hizo pffff, y ya no pudieron arrancarlo de nuevo, estuvieron en porfía tratando de arreglar la avería, de conseguir la falla y en ese trajín se les paso el tiempo y con los crepúsculos del atardecer se rindieron a pernoctar aquí mismo alrededor mío.

Y se dispusieron a hacer campamento y uno de ellos fue a por agua en una vivienda que cerca de allí quedaba, y de un aljibe trajeron cristalina y fresca agua del profundo y artesanal jagüey, y así es que colgaron sus hamacas en unas matas de palmeritas que alrededor mio habían, e hicieron comida y comieron, y ya que saciaron el hambre y su sed, empezaron a sacar cuentas y cuentos de su periplo por esos lares y que lo había motivado, y entonces por su ameno charlar entre ellos, les fui conociendo, y supe que el chofer se llamaba Heberto Mijares y que era agricultor, su copiloto Álvaro Arévalo y que era mecánico, y de los compañeros que arriba del camión venían, uno se llamaba Antonio (Toño)Márquez y era perito agrónomo, y otro  Marcos Bandrés igualmente perito agrónomo, y Roque Sanders que era biólogo ecologista y ambientalista.

Y reunidos allí al cobijo y al amparo del agradable calor de la fogata, cuyas contoneantes, alegres y anaranjadas llamas parecían danzar un nocturnal y artístico espectáculo, contaban de los pormenores de su aventurero viaje, y es así que yo le escuchaba su dicharachera charla.

Y oyéndoles, yo seguía y no perdía detalles de la conversación, de su lugar de origen, es entonces como saliendo de mi pétreo hermetismo, carraspee, y me aclare la garganta y con estentórea voz les intime a cambiar unas palabras conmigo , yo también vine desde allí dije... Ah, jaja, no se imaginaran ustedes del susto y la sorpresa  que estos viajantes se llevaron al oírme hablar… 

E incrédulos no daban crédito a lo que sus oídos habían percibido, y un poco atemorizados e inquietos trataron de alejarse de mis entornos, pero con un ssssto les dije quietos que no es para tanto, enseguida les fui calmando, y ellos se fueron tranquilizando y cobraron valor en sí para preguntar, y como es eso que usted puede hablar?...

Bueno conteste, por ahora confórmense con saber que esas son cosas de la vida y del Divino hacedor, y que mis designios aun sin yo querer ni proponérmelos, ya los llevo pautados por El, y que yo al igual que ustedes que también tienen un señero destino, un sino que cumplir en la vida, y que en su momento lo habrán de descubrir, pero al menos ya yo se cual es mi misión en esta vida, y le voy dando para ver si le atino…

Ah ja, y cual es su misión como usted dice?...

Pues bien ya deben de haberlo intuido…yo estoy o soy para oírles a ustedes los humanos y saber de sus historias y ustedes de las mías y también para de buen juglar hacer  y traspasarlas de generación en generación hasta el fin de los siglos…y a los menos instruidos…

Ahora bien, quisiera saber de ustedes, que les trae por aquí, que les impulso o incentivo a emprender esta aventura que un poco he oído de ustedes, eso es este su viaje…

Bueno dice Álvaro, hemos salido de nuestro querido Pueblo de Altagracia de Orituco por allá por el Estado Guárico, alentados por una oferta que el Gobierno Nacional ha hecho a todas aquellas personas que sin trabajo se encuentren, para emprender un proyecto que el mismo ha dado por llamar la conquista del sur…

Ah les dije, pero eso no es algo que sea meritorio, pues en su mismo terruño han podido desarrollar ustedes alguna que otra vocación…

Entonces llega Mijares y me dice…pues si, pero primero óiganos a cada uno de nosotros y ya verá que cada quien tiene sus razones particulares para haber aceptado emprender esta aventura..,

Brinca Toño y dice…bueno y a todas estas como le podemos llamar a usted, por que me imagino que debe de tener un nombre especifico mediante el cual aludirle…

Ah ja…he ahí el detalle, ustedes podrán pensar que por mi conformación pétrea…eso soy yo, solamente una piedra y cuyo genero en este caso seria femenino…ah no, pero resulta que yo soy de genero masculino, pero dado que soy en verdad una piedra, no me podéis decir por ejemplo señor petro, por que al fin y al cabo eso soy, soy varón, pero para los efectos sigo siendo piedra…

Ah carrizo me dice Marcos, quien entiende ese galimatías que de tan enredado confunde nuestros pensamientos…en fin que usted es piedra y como tal debe llamársele, o es que prefiere que entonces le llamemos petro?...

Ah carrizo, me pueden aludir como mejor les parezca, que hasta el Usted es un buen indicio y muestra de respeto…

A lo que alude Roque, pues, en verdad que eso es algo muy cierto, pero ahora que usted quiere saber de nuestro condicionado viaje aventurero, déjeme decirle, que es pues cierto que nos alistamos en esta tal conquista del sur o CODESUR como le dio en llamarle el gobierno y a instancias de este mismo nos enrolamos y, pues que aquí nos tiene…

Ah, pero que ofrecimientos, que incentivos les dio ese tal gobierno de que ustedes hablan…

Bueno dice Roque, es que donde tengamos a bien asentarnos en algún sitio de este extenso territorio de Guayana, pues pasará  a ser de nuestra exclusiva propiedad, y para que trabajemos la agricultura, la ganadería o cualquier otra actividad licita que tengamos a bien ejercer, y todo esto y que es para poblar el territorio y las adyacencias de las fronteras y conformar nuevos núcleos poblacionales, y que al hacerlo, seremos subvencionados por el gobierno, es decir ayudados y financiados por este…

Ah bueno…les digo, que ese es un buen plan para emprender y hacer una vida justa y llevadera, y para lograrlo, pues, trabajar con tesón y ahínco….

Contrale, pero cuéntenme un poco de los pormenores de la odisea de su periplo desde su pueblo hasta aquí…

Bueno, dice Heberto, pues que no hay mucho que contar, por que como ya usted ha dicho que ha estado por nuestros lares…

Si esta bien, pero dado que yo viajo en el tiempo yn en el espacio a una vertiginosa velocidad, pues pasa y acontece que casi no me puedo fijar en los detalles de los sitios por donde paso en mi andar de siglos…

Ah bueno dice Marcos bueno le podemos contar, que de nuestro pueblo natal de Altagracia de Orituco, al menos hasta cabruta, hemos pasado muchos poblados, que si Lezama, Casianero, Cujialote, Chaguaramas, las Mercedes del llano, Santa Rita, Cabrita…

Y en todo ese largo trayecto de transito por carretera de trillado granzón se nos ha transcurrido unas seis horas hasta, la población de Cabruta, cuyos habitantes están por alrededor de unas cinco mil personas y dedicados en su mayoría a la agricultura, la ganadería y la pesca, entonces nos allegamos hasta las orillas del rio Orinoco, donde nos instalamos y quedamos a observar para ver el cargamento de abalorios, herramientas y maquinarias que estaban siendo embarcados en las rusticas chalanas provistas estas de grúas, para la manipulación y embarque de equipos pesados, los cuales iban a ser pasados al otro lado del rio Orinoco, atravesando el Padre rio como  unos cuatro mil quinientos metros  vía fluvial hacia el margen derecho donde se encuentra enclavada Caicara,  así es que habiéndonos entretenido en todas estas observaciones, nos agarro la noche, y he ahí que  pernoctamos en una tal posada Cabruta Hilton, propiedad de un señor apodado el chigüiro, que se vino de Altagracia en busca de fortuna, y se quedo allí en Cabruta donde vive holgadamente de la renta de sus habitáculos…pero vaya si pudimos allí en esa posada pegar mucho los ojos, por que no nos dejaron los benditos puyones, zancudos estos que más parecen aviones que zancudos, y que molestan tanto por su urticante picada como por su molesto zumbido...

Así es que ya usted debe deducir que temprano al otro día embarcamos en una chalana el camioncito donde transportamos nosotros nuestros macundales, y para ganar tiempo dejamos el auto para que lo trasladaran hasta Caicara mientras para ganar tiempo agarramos una curiara y bongueamos por el Padre Rio hasta esa población.

Aun atravesando en rápida curiara el Orinoco desde Cabruta hasta Caicara, es harto largo el trayecto, y es así que veníamos entretenidos charlando y haciendo chanzas, estuvimos en Caicara en aproximadamente una hora, y ya allí  en Caicara, nos fuimos a visitar a unas amistades mientras llegaba la chalana con el camión que todavía tardaría unas tres horas en llegar, entonces estuvimos en casa de los Osio que de Altagracia se habían mudado allí.

Y nos brindaron sabroso café y  estuvimos en amena conversa hasta que calculamos que ya estaría por llegar la chalana, fuimos y esperamos a la orilla del Orinoco hasta que llego esta, luego partimos hacia acá, pero nuestro destino es llegar un poco mas al sur de Caicara, hasta Rosalía y sus inmediaciones, para ver de ubicarnos en unos terrenos que colindan con la selva guayanesa, ahora que pasa, que se nos accidenta el carro y pues que mañana que lo compongamos continuaremos periplo.

Así es que temprano por la mañana de un nuevo día, estos aventureros estuvieron trabajando mecánica en el vehículo hasta que lograr encender este, y entonces se despidieron de mi, no sin antes prometerme que al regresar de sus diligencias y menesteres, harían un alto en el camino y se detendrían acá a conversar conmigo y contarme como evolucionaba su aventura por esos lares…

Se despidieron de mi diciendo…Bueno usted nos va a disculpar pero hemos de continuar viaje; así que partieron hacia su destino dejándome ensimismado, solo y  pensativo y sintiendo como por la carretera pasaban muchas gandolas cargadas de aparatos, de maquinarias y transportes con muchos trabajadores, y me figure que eran los obreros y especialistas que iban a conquistar el sur…

Y bien pasaron muchas lunas y muchos soles en que la piedra que era yo no había tenido mucha tertulia con ser civilizado alguno, salvo uno que otro animal de la sabana y de la aledaña selva…

Bien el tiempo paso raudo y sin dar mucha ocasión para pensar ni para afligirse por nada, y habiendo transcurrido como unos tres meses un buen día por la tarde,  regresaron nuestros amigos de su consabida diligencia en busca de un futuro promisor, y en verdad se detuvieron acá en mi lugar de asentamiento, y se dispusieron a acampar en mi lar, y ya luego que hicieron campamento e hicieron comida y café, y luego de que saciaron el hambre y la sed, y de satisfacer y hacer  sus fisiológicas necesidades, pues entonces se dispusieron a compartir la velada en amena conversación…

Entonces la piedra que era yo les inquiere, y como les fue por allí en sus andares sin rumbo cierto, quisiera yo poder saber que ha sido de ustedes, de su vida en todo ese tiempo que han estado ausentes…bueno casi dijeron a coro los aventureros, quien tiene algo realmente importante, una anécdota sabrosa es Álvaro, pero no sabemos si el quiera contarla, ya vera usted que quizás  se sentirá el, de contarla un poco apenado…

A lo que la piedra que era yo refuta, no hile hombre, eche para afuera Álvaro, que no hay mal que por bien no venga, y ya yo de cosas de esta vida estoy saturado, así que soy todo oídos y no me perderé ni un tantito de su relato…

Bueno, carraspea y dice Álvaro, resulta, pasa y acontece, que habiendo llegado nosotros por esos lados de Santa Rosalía, no nos pareció bien y nos llegamos hasta un pequeño caserío llamado las Colmenas y que queda más delante de Maripa pasando el rio Cuchivero, y las gentes de allí, pobladores humildes y sencillos, nos han recibido con mucha amabilidad y cortesía y bien predispuestos a servirnos de baquianos para que ubicáramos unos buenos terrenos donde dedicarnos a la agricultura, y nos dieron alojamiento en unas churuatas que a bien tenían para quienes fueran sus huéspedes, y bueno que pasamos casi una semana compartiendo con esta afable gente propia yn originaria del sitio, y nos contaron de que si las tierras de por allí eran muy fértiles, pero que para meterse a trabajar en la montaña que quedaba distante del caserio como a unos doscientos metros , había que tenerlas bien puestas, pues estas eran selvas de Bolívar, y que allí abundaban muchas fieras y alimañas propias de la selva virgen…que si el tigre, el león, las cuatro narices, cuaima piña, la culebra de agua y pare usted de contar…

Así es que les dijimos que no tuviesen cuidado, que nosotros éramos hartos fogueados en estas lides de trabajar el campo y en contacto directo con la naturaleza y sus inclemencias…

Pues entonces nos dijeron nuestros humildes anfitriones, bueno vamos a meterle el pecho a la montaña que para luego es tarde, y fue así que emprendimos la expedición montaña adentro, la cual en verdad era selva virgen, solo mancillada por el hombre para cultivar sus más esenciales vituallas para sobrellevar la vida, para subsistir de la naturaleza, sin abusar de ella, y fue así como nos llevaron a ubicarnos en plena selva a orillas cerca de un caño, un arrollo de aguas límpidas y cristalinas que fluía y que parecía susurrar melodías cantarinas…

Bien…continua Álvaro, así es que estando ya ubicados, en un una explanada, en un claro del bosque, con alambre, cabuya, mecate, hicimos un rancho bahareque techos de palma…

E hicimos aledaño a la casa un aljibe, cuyo manantial daba una exquisita, fresquecita  y dulzona agua salida de la fuente de las entrañas mismas  de la madre tierra…

Y  artesanalmente estuvimos preparando la tierra para cuando menos sembrar un maicito, y sobreviviendo de la caza y la pesca, y de algún pequeño aporte de nuestras familias para nuestra manutención, ya que las referidas  promesas y las tales ayudas ofrecidas por los entes  gubernamentales a quienes poblaran parte de este extenso territorio de este Estado, nunca se dieron ni hicieron efectivas, nunca llegaron…

Así es que teníamos que alternar las labores de la agricultura con lances de cacería para conseguir cuando menos la carne, ya que de nuestros vecinos colaboradores campesinos conseguíamos siempre algo de arroz, frijoles, y raíces de ñame, ocumo, yuca, batatas, los cuales eran producidos por los campesinos en sus conucos aledaños…

Yo siempre de tardecita salía a casar, y lo más que conseguía y cazaba, eran guacharacas y acures, pero un buen un día de esos, me enfiebre tanto buscando una cacería mayor, que terciándome la escopeta diez y seis, y colgándome una cantimplora con agua y otra con un poquito de café…

Pues todo calenturiento por las ansias de cazar una presa mas  grande, es asi que me interne en la selva, y aunque no era baquiano parecía estar en mi elemento natural…

Y así mientras más caminaba selva adentro más era mi fogosidad y ansia aventurera y así perdí la noción del tiempo, y entonces llegue hasta un pajonal de una calceta de sabana que en medio de la gran selva había, y ya allí me senté en  una piedra y me puse a cavilar en como me había agarrado casi la noche por esos lares y yo sin una linterna, apenas de lumbre solo cargaba una cajita de fósforos; entonces me di a la idea y  pensé y asimile, que irremisiblemente había de pernoctar allí…

Es así como ya que se hizo de noche, me acurruque allí entre dos lajas de piedra que allí habían, y me cubrí con una raída chaqueta de cuero y trate de conciliar un poco el sueño, a duras penas si pude medio dormir y echar un sueñito, ya que entre la plaga y los mosquitos y más el intenso frio que parecía adherirse y calar hasta los huesos mismos, me mantuvieron en vela casi toda la noche…

Y en los momentos que lograba conciliar el sueño, soñando ya me veía encarando a uno de esos fieros animales que en la selva abundan, y que nítidamente podía ver sus fauces abiertas y amenazantes hacia mi…

Es así que entre desvaríos del sueño y sus pesadillas, me amaneció más temprano que de costumbre, y serian alrededor de las cuatro y media cuando sentí que algo se movia sigilosamente entre el pajonal de la calceta, y estando entre el claroscuro del amanecer no podía distinguir que animal podía ser aquel, y siempre, no sin reservas, agarre la escopeta y le cargue un cartucho de guáimaros perdigones cuatro en boca, y muy pacientemente espere hasta que ya a la radiante luz del día difuminaba sus rayos y  entonces ya pude percibir que se trataba de un venado, pero no de un venado cualquiera…

Este era un venado que por su abundante collar de peludo pelambre, más se parecía a un siervo que a un venado, y me quede pasmado observándolo en todo su porte y hermosura, y tan manso que a su vez me vio, olfateo y vestinqueo hacia donde yo me encontraba, como desafiante, es que quizá nunca cazador alguno lo había asediado, así que no lo quise disparar y lentamente aparte la escopeta y lo estudie y grabe fijo en mi memoria…
El Venado Sortario                                                                       El Tigre Salado
 
 

 
 
 
 
Y estaba yo ensimismado observando al hermoso ejemplar cuando en ese instante se oyó un atronador  rugido groaaauuurrrrrrr, de un profundo e  intenso eco cavernario, y me dio la impresión que temblaba la tierra, y he allí, que de ipsofacto el pelo se me erizo,  yo que ya no podía contener un nervioso estremecimiento, pensé para mis adentros, nada, que este es “el tigre” que presentía, olia e intuía la presa …

Y me dije, ah caray, tengo que poner pies en polvorosa y rápidamente de aquí escabullirme o quedara escrito que por aquí se aventuro un cazador furtivo y que caro pago su empresa por de valiente dárselas y no optar por de allí salir aprisa fugitivo…

Así es que un tanto tembloroso, con los nervios de punta, lentamente fui caminando al revés, hacia atrás sin voltearme hasta agarrar la orilla de la montaña y en fugas relance, y habiendo podido  avizorar al feroz tigre, ya a orillas de la selva, en apresta rapidez de allí me largue, y aun cuando no tenia nociones del rumbo a seguir para al rancho regresar, instintivamente camine sin para atrás voltear, y así, de prisa camine, un poco erradamente, un poco acertadamente, nunca paso por mi mente ir a dar causalmente con un asentamiento de abandonado caserío, que en un claro del bosque estaba este situado, y desierto menguaba entre centenarios  y frondosos árboles de mango que mucha sombra se ufanaban de dar,  por lo que tampoco  permitían ver el sol para poderme ubicar…

Y estando allí al cobijo de estos corpulentos árboles, me sentí más seguro y protegido, pero entonces me atacaron unas incontrolables ganas de defecar, y me metí entre la maleza circundante y sin más trate de mi necesidad aliviar, y estando en este singular trance le dio al tigre por roncar, y tan fuerte fue su rugido que a la tierra y a los viejos árboles de mango de grueso tronco, daba impresión de hacerles temblar, tal desbarajuste y azaro en mi su rugir causo que sin darme cuenta con unas hojas de guaritoto trate de mi miasma limpiar, pero el embarazo era tal que los cachetes embadurnados de mier… me vino a quedar y con mi trasero como boca de muchacho comiendo chocolate trate de mis pantalones subir y acomodar, pero mientras más me los acomodaba, más de mierd…parecía empatucar…

Ya había creído yo que mi errátil destino inminentemente a su final había llegado, y entonces por mi mente pasaron veloces y raudos como en vertiginosa película, todas las etapas , toda la historia de mi vida, y relancinamente pensé, que el tigre había dejado de comer sabrosa carne de venado para venir a devorar a un humilde cazador caga…o

Así es que tembloroso, y quizá más por reflejos que por otra causa, agarre la escopeta, mis bártulos y pegue tremenda carrera un poco  acicateado por el miedo y temor y otro poco por la gran ardesón y picazón que de antojo de guaritoto di a mi cul…o por quererme con el limpiar…

Me escabullí por un intrincado y  viejo sendero repleto de lianas y bejucos que de los árboles parecían colgar y mientras en mi andar más me enredaba, mi paso trataba más de apresura, pues detrás de mi “el tigre no cejaba de roncar”…era tanto mi desbarajuste que la escopeta al revés me la hube de terciar, en un enriedo del gatillo vino un bejuco a tirar, de la explosión que hizo el tiro más me hizo espantar y trotar, pero andando otro largo trecho al tigre tras de mi ya no lo oía roncar, y entonces allí exhausto y sin aliento, en la orilla del camino sentado en una piedra me dio por descansar, y ya que había largo rato pasado, y ya algo recuperado de mi cansancio, y no sintiendo más al tigre y su rugir, me paso como dice un dicho muy popular  el gato su curiosidad quiso matar… y haciendo de tripas corazón monte la escopeta y desande el trecho ya andado, y cual no seria mi sorpresa, que allí en medio del camino estaba el tigre en un charco de sangre zumbao, con un certero tiro que mi escopeta por el capricho de un bejuco que del gatillo había jalao, el tiro entre  ceja y ceja le ha dao y muerto y tieso ha quedao…

Así es que ni corto ni perezoso al tigre por su rabo lo agarre y aunque harto era pesao, como pude me lo lleve por su cola arrastrao…

E iba de regreso para el rancho con tal trofeo llevándolo arrastrao, cuando del rumbo del rancho mismo una chusma de gente venia hacia mi mismo lado, y eran los amigos y vecinos que mal no suponían, andaba yo extraviao, y  llegándose ya junto a mi tremendo aspaviento han armado, pues nunca supusieron fuera yo un cazador consumado…

Y empiezan a jurungar al bendito tigre, y a comentar, que si era un tigre cebao, que andaba por esos laos, y que de buen trance los he sacao, y que de parte de ellos me considere complacido, por que aparte de tener ganada su amistad, por esta heroica hazaña iba a ser yo premiao…

Pero entonces llega una señora que con ellos se aventuro a venir a ver que conmigo había pasao, y empieza a arrugar la nariz y a oler snif sniff y olerme hfff y entonces con espaviento exclama fo, fo, fo, fooo…ummh usted como que esta cag…ao, ummh…

A lo que raudo le respondo, ah no mi Doña, no tenga usted cuidao, pasa que es mi costumbre como cazador consumao, que cada vez que mato un tigre me voy en mier…da, y de ella bañao…

Así es que este es mi relato de lo que me aconteció por alla en el caserio Las Colmenas, y ya vera usted por que de contarlo me siento harto apenao…

Así es que de allá vine siendo por la multitud coronao y considerándome ellos como un cazador consumao…

Prorrumpieron todos en burlonas carcajadas, y…Jaja…también  prorrumpió en sonora carcajada la piedra que era… yo, bueno el miedo es libre, y aun cuando mucho tiempo y trecho trillao en este  mundo tengo llevao, nunca había escuchao de un cazador que por culillo, embarrao de mierda haya quedao…

 

La piedra que era yo pregunta, y quien otro de ustedes me contara de sus andanzas en esa aventura…

Ah no le contestan a coro nuestros amigos aventureros conquistadores del sur, vamos a dejar para luego nuestros relatos, que ya con lo que Álvaro le ha contao es suficiente y mucho nosotros hemos andao y de ello estamos harto cansao…
 
Perto Fluvial Cabruta                                                  Chalana desembarca en Cabruta
 
Chalana con Grua  Carga Avalorios
 
              Continuara en próxima entrega…gracias…
 Nota: Este es un relato, en parte ficción, en parte realidad como lo fue la tal CODESUR,  años sesenta ynueve-setenta y uno,  y de Nuestro embarque, por que eso fue lo nuestro en esta aventura…Y Cualquier parecido con la realidad es “pura coincidencia”…

 

 

 

 

miércoles, 7 de noviembre de 2012

El Venado Moneador O encaramado...Continuación

El Venado Moneador o ...
 
 
Así es que al rayar el domingo tan ansiosamente esperado por nuestros consabidos personajes, estos prepararon sus bártulos de cacería, hicieron unas tostadas arepas rellenas con caraotas y llenaron una tapara con agua y las metieron en el porsiacaso, en el morral de viaje y prepararon a sus perros, colmillo, tarasco y perdigón, y les frotaron el pelaje con un preparado contra las plagas, a base de zumo del arbusto de palotal, de limón y tacamahaca, y todo esto con un tantico de creolina, y les dieron a oler un poquito de cuerno de siervo y que para destaparles y hacerles más sensible el olfato.

Agarraron las escopetas diez y seis y se las terciaron, no sin antes comprobar que estaban descargadas, enfundaron al cinto sus filosos cuchillos de caza, calzaron sus botas de goma, se ajustaron sus gorras y se largaron rumbo a la quebrada de cara, que quedaba distante, al noroeste, como a unos setecientos metros del rancho, e iban guachafiteando, y chapaleando el lodo del camino con sus toscas botas de goma, y a unos ciento cincuenta metros de haber partido del humilde ranchito, oyeron en un conuco que se encontraba a la vera del camino un roncar y verraquear de las báquiras, que celebraban un suculento festin comiéndose el maíz jojoto y las raíces de yuca y batatas; entonces nuestros amigos azuzan a los perros…¡cujee colmillo!, ¡cujee perdigón!, cujee tarasco!, y  estos no aguantaron dos pedidas, y enervados partieron raudos hacia donde las cinchadas tenían su alboroto, y dado a que el conuco estaba hecho en una rosa nueva, y gracias a los arboles caidos y atravesados, era tan intrínseco el lugar donde estas se encontraban que hasta parecían tener tuneles vegetales por los cuales se desplazaban a escondidas, pero entonces los enfurecidos perros de caza las acorralaron, y era un rebaño como de diez báquiras, entonces Teo le dice a juan, este a Jesús y Jeus a Álvaro, pronto, rápido, a por ellas, y con la velocidad del rayo cargaron y cortaron cartuchos de sus certeras carabinas, y dispararon a fuego cerrado sobre las fieras estas, y lograron abatir a unas cuatro báquiras mientras las otras despavoridas escapaban de allí, no sin antes herir con sus colmillos a los perros de presa, los cazadores hicieron un alto mientras revisaban a los canes, y difirieron que las heridas no eran de gravedad, y les juntaron en estas mascadas de tabaco con mentol que cargaban en el porsiacaso, luego metieron las báquiras en unos sacos de pique que traían consigo para esos menesteres, y las dejaron colgadas de las ramas de un añoso acapro, luego siguieron camino hacia la tal quebrada, y entorpecidos por el barro fueron llegando a su destino, y cuando estaban por llegar, a unos cien metros de la quebrada y en la quietud de la montaña, solo rota por el lejano ¡kikiriki! De los gallos de la vecindad, en una hondonada, oyeron el aspaviento de las guacharacas y el verraquear de unas cinchadas, entonces dicen, Juan quédate aquí con los perros, que vamos a ver si las agarramos de sorpresa, y así lo hicieron, Juan atento oyo desde donde había quedado, como reventaban sendos tres disparos, y cuatro, y seis, y pensó para sus adentros, ah vaina carrizo, estos como que non van a dejar pa nadie…

Al rato vio como de la hondonada venían sus compañeros cargando con unas dos báquiras más y con cuatro chenchenas que ya no alborotarían más la comarca.

Se sientan un rato estos con Juan en donde les había estado esperando, y entonces someten a consideración la situación, y convienen entonces, diciendo Juan, bueno, que se vayan el Negro y Teobaldo a dejar esta caceria donde dejamos las otras cinchadas, y así lo hicieron luego de meter las báquiras en sus sacos y a las guacharacas en otro saco, y que mientras ustedes van, Álvaro y yo vamos a echar un rastreo para buscar huellas a ver si han pateado los venados por aquí, entonces Juan y Álvaro se dieron a esta tarea, y si habían muchas huellas de venado, ya que estos salen al descampado acicateados y espoliados por los tábanos y los moscardones verdes y por la plaga en si, que se multiplican y proliferan por las aguas de la lluvia, entonces, mientras se sentaron en una laja y rumiaron un rato el tabaco y los pensamientos mientras llegaban Teo y el Negro…

Entonces al momento que regresaron estos, pues que se agilaron hacia el cauce de la quebrada de Cara, y empezaron a recorrer los largueros y charcas que en esta se habían formado, y los perros incansables que ladran y gruñen ¡jau jau jau!...¡gruarrr…gruarrrr!...

Es así como estando en este pasatiempo, de pronto sienten que caen sobre sus cabezas unos sendos, grandes y hermosos coporos, que brillan con los haces y reflejos del sol, y parecen centellear en su caída… No jile gritan un tanto sorprendidos y asustados los valientes y osados cazadores…que vaina es esta?...y es que por estar encandilados con el sol no daban en atinar que era lo que se les venia encima, luego que lograron enfocar bien, entonces se percataron de esa inusual proesa, entonces ven hacia lo alto, hacia los copos de los frondosos árboles que adornan la ribera, a unos monos y araguatos que asustados por los fieros ladridos de los canes huyen profiriendo roncos rugidos y ecos aparentando fiereza animal…¡Groarrrggggg!¡groarrrrgggggg!...si, cualquiera que no conozca a estos mansos animalitos se amedrentaría, pero los diestros cazadores son harto pulidos y duchos en estos menesteres, y ya saben que los benditos animalitos son en verdad inofensivos, y entonces los cazadores entran en razonar, que como estos animales cuando se sienten amenazados o acorralados, pues empiezan a defecar y a lanzar heces a los intrusos que osan invadir su natural santuario, sus predios, y que no teniendo nada más a mano que los peces  y sin tiempo para pensar, les ha dado por el contrario contra nosotros sus pescados aventar…

Guá ¡guá!...excalman los natos cazadores, y parece que hasta pescado vamos a tener pa acompaña las arepitas jeje…y entonces recogiendo los coporos peces, los examinan y se dan cuenta de que si, de que quizá los monos y araguatos ya habían hecho pesca en el pozo de la quebrada, de coporos que en ribazón habían hasta allí subido, pues estos se encuentran mordisqueados por los filosos dientes de los primates, y dicen, vamos pues arrea con esto también, que no hay nada que la candela no mate y que sirva pa las con las arepas, las  muelas y la chiva menea…

Asi es que mientras están entretenidos en estas menudencias, no se han percatado que Teo se les ha escurrido llevándose consigo al fiero colmillo, y entonces se dan a observar las huellas de Teo y del perro, y ven que han agarrado quebrada arriba por los costos de esta…Y no bien han caminado ya unos cincuenta metros tras las huellas cuando oyen el desaforado ladrar de colmillo…¡jau,jau,jau!, ahora ya guiándose por los constantes ladridos logran llegar donde esta Teobaldo, que se carcajea y estremece de risa y les enseña con el índice algo que esta al otro lado de la quebrada…

Jaja…jeje…¡no se los decía yo! eje…no y que no era verdad mi historia del venado moneador, ahí lo tienen ño incrédulos pa que creais…

Entonces que llegaron al sitio donde esta Teo, se hacen dueños de la situación y en rápida ojeada abarcan la  increíble escena, y es que en verdad a los copos de un árbol, un venado ha ido a remontar…

Entonces le dicen a Tobaldo, ah no esto si que no es verdad y que no te vamos a tolerar, ya ese es un artificio con el que no nos podras otra vez a engaña…

Y es que sobre el cauce de la quebrada, y por esta con el ímpetu de sus crecidas aguas, haber sus raíces socavado, yace de barranca a barranca un añoso y frondoso árbol de granadillo, al cual se ha encaramado el venado al la jauría sentir, y caminando sobre el tronco al otro lado huir…

Entonces los ahítos y asombrados cazadores observan con detenimiento al venado, que es un gran y hermoso ejemplar carameruo, que buscando por el tronco caído del árbol al otro lado escapar, en la fronda de este con su portentosa caramera se ha ido a enreda…

El hermoso y bello ejemplar, se encontraba indefenso y a merced de los cazadores, que le coartaban cualquier posibilidad de por el tronco regresar…

Entonces ya habiendo visto del animal su portento y porfiar, se consultaron estos entre si y decidieron dejarle sano ir y no volver a sus predios a cazar…

Es así que se regresaron hacia su rancho, haciendo como el mentao Juan Parao, el del caballo con los casquillos al revez, que lo buscan por un lao cuando por el otro se fue…

Y así poniendo la huella con lo de adelante pa tras, poco a poco llegaron donde habían dejado las báquiras y las guacharacas en sacos del árbol de acapro colgao..

Pero cual no seria su sorpresa que a las chenchenas con to y saco se las habían llevao, entonces revisaron por los alrededores consiguiendo algunas plumas y huellas que unos zorros habían dejao, y que al parecer habían presurosos huido y en su huida burlar, diciendo, jeje, ni las plumas les hemos dejao, pues son pa hace almohadas y un colchon y ustedes a dormi cerca del fogón en el suelo pelao…Ah y las báquiras no nos las hemos llevao por ser bichos harto pesao, y de colmillos bien afilaos…

Dice la piedra que era yo como en chanza…Que les parece?, jeje, que bichos estos tan resabiaos…

 

 

       Continuará…

 

El Venado Encaramado Moneador, la historia del Negro


El Venao encaramado o moneador
 
 
La piedra que era yo carraspeo y lanzo un figurado escupitajo tratando de imitar  a los caballeros de la media luna creciente, quienes así lo hacían a merced de saborear el tabaco de mascar.

Y empezó el relato diciendo: Pues bien esto aconteció por allá por el rancho de las flores, situado por los lados de la Felipera, aledaño al hato La Candelaria cercano a la población de Lezama de Orituco.

En una parcela de tierra en una finca que los campesinos ocuparon a un terrateniente de por allí, construyeron un rancho debajo de unos araguaneyes lo cual le dio el nombre de rancho de las flores de araguaney. Allí  labraban con las uñas  la tierra unos humildes campesinos, Juan Loreto se llama el uno, Teobaldo su hermano, El negro Jesús Sierra, y el mecánico Álvaro Arévalo que hubo de aprender la cultura de trabajar la tierra para así dar sostén a su hogar. Tenían ellos unos perros cazadores de buena tala, como lo eran perdigón, colmillo y tarasco. Los cuales casi difícilmente perdían ninguna presa.

Un sábado en una tarde de invierno, ya rayando el ocaso y habiendo satisfecho las faenas en surcar y sembrar el vientre de la pacha mama con la simiente del prolijo y sediento  maíz por germinar, de la yuca retoñar  y la  caraota vainas abundar, se reunieron y sentaron en unos troncos que estaban dispuestos bajo los hermosos y  amarillos floreados araguaneyes, y ya que el mejor pasatiempo en los ratos de ocio del campesino en la solaz quietud del anochecer llanero es el contar anécdotas, pues bien, se entabla cordial coloquio, y dice Juan, Cara, mañana domingo que no vamos a bregar, deberíamos ir a echar un lance con los perros a ver si cazamos un venao y para ver si ahuyentamos las báquiras antes con antes pa que no nos vayan a destroza el conuco.

Salta Teobaldo y dice ah bueno, seria bueno, y también pa ve si nos topamos con el venao moniador…Jajaja, prorrumpen en carcajadas sus compañeros, no gile, Teo, no nos vengas con cuentos de camino.

Dice Teobaldo, no, no se rían, que es la purita verdad, yo se por que lo he visto este es un venao que tiene la habilida de encaramarse en los arboles.

Dice Juan; ah bueno cuéntanos entonces como es eso, por que ver para creer.

Si dice El Negro; Cuenta como así, como puede un venao moniar.

Álvaro alude, pues yo no soy tan incrédulo y pues que como se dice, en la viña del señor hay de todo, y aun cuando tenga que verlo, tengo confianza en que Teo no nos este dando cháchara por no deja.

Teo: bueno hoy no les voy a conta na, aguanten las ganas pa mañana, que seguramente con el tal venao nos vamos encontra.

Ta bien dice Juan, pero vamos a echa un cuento pa agarra sueño y temprano madruga, ande ahí compai Negro, arránquese con un cuento de esos chistosos que tu sabes.

Bueno arranca el Negro; no se si ustedes han escuchao del musiu del excusado.

Al unísono sus compañeros contestan: no hile, verdad que no lo hemos escuchao, ande eche pa fuera que somos todo oídos.

Ah bueno, dice El Negro; solo que me eche un cerrero y me dan una masca e tabaco pa agarra animo y mi memoria hace recordar.

Ya que le dieron café y tabaco, empezó; saben ustedes que en el Acapral de Lezama vive el musiu Rodrigo, ah bicho pa tapao, y le han pasao unas cosas, parece raro pero es un isleño al que le gusta andar aseao, y de ser aseao todo lo quiere limpio y ordenao, es así que como por allí donde vive las necesidades se hacen en el escusao o poso séptico, y teniendo en ahorro en esa letrina buena cantidad de heces y miao, ya casi a la boca del hueco resumía y allí flotando sobre la miasma putrefacta reborbollaba infinita cantidad de queresas y gusanos, y no soportando siendo el tan aseado, tanta fetidez y bichos en ella revolcándose, se le vino a la mente que algo había de hacer para contrarrestar tal demostración de tal proliferación gusarenil, y fue y le consulto a su compae Clodomiro.

Ah compae Clodo, que será bueno pa elimina ese poco de bichos que tengo allí en el escusao, que mire que me da harto asco ya el hacer necesidades ahí.

Su compadre le dice, ah pues compae que yo sepa nunca se le ha buscao remedio a tal situación, pero tengo una idea, que tal vez con creolina y querosén pueda usted esos bichos desaparecer o por lo menos de allí correr.

Ah bueno compae Clodo Horita mismo voy y le largo el bendito querosén con la creolina.

Y así se fue el musiu pa su casa y le lanzo al foso del escusao sendas cantida de querosén y creolina, y le pareció bien por que los malayos  bichos se morían, pero no le pareció esto bien ni suficiente y se le vino a la idea d echarles candela, y fue y se agarro una caja de fósforos, encendió uno, y no bien lo hubo prendido, al foso lo envió, y más le vale que no por que este sobrevino en una soberbia explosión y como un volcán eructo, y aunque el musiu Rodrigo de esta se ha salvao, de puro guate podrió el escusao lo ha bañao. Y salió de allí tosiendo y todo de mierd…embadurnado, que su compae Clodo de reír se ha hartao, y esto se supo en Lezama y en todos los cercanos poblaos.

Caramba Negro y eso paso de verdad preguntaron los oyentes. Como puede explotar un excusao no más con prenderle candela con creolina y querosén.

Bueno dice el Negro; según dicen los que saben que el excremento en descomposición y que se fermenta, y que produce un gas que creo que llaman metano, lo cual no sabia el musiu Rodrigo y más bien salió barato de que la explosión lo fuera matao. Y ahora que ya un cuento han escuchao, mejor nos acostamos a dormir que mañana temprano de madrugada vamos de cacería por que al parecer tenemos que lidiar con un venao resabiao.

 Así es que al otro dia temprano de madrugada salimos de lance con rumbo de la quebrada de Cara…

     

Continuará…

 

lunes, 5 de noviembre de 2012

Flora y Ceferino o vivir en la colonia


 
 
 

Es así que al retornar de sus menesteres en  la finca donde trabajaban los paseantes, levantaron campamento alrededor de la piedra que era yo y haciendo una buena fogata prepararon comida y café y se aprestaron oír de esta la historia de Flora y Ceferino.

Os imaginareis de Flora y Ceferino  el lugar de hábitat de estos originales personajes dignos símiles a la hechura de la sabana, Vivian con sus hijos en un ranchito miserable de bahareque con techo de palmas, rodeado de añosos caros que estaba situado sobre una loma aledaño a la finca los reales, donde trabajaban, Ceferino  en las faenas de vaquerías y Flora de cocinera y de  atender en estos menesteres a la peonada, sus pequeños hijos lipones sirven para acarrear el agua del aljibe a la casa de hogar de los patrones, lo cual hacen cargando a duras penas sendos cantaros de torneada madera…

El llano, ah el llano, en tiempos de invierno se encapota desde madrugada el infinito cielo, amanece y canta el gallo en el tranquero, pita el toro cimarrón, vuela la garza morena, patito entusiasmado habla con sus compañeros  del lagunar comentando alegres  sobre el verdor que engalana esteros y sabana, chaparral, llano y palmar, si pareciera que el invierno traerá alivio sobre las vicisitudes e inclemencias del llano, pero aparte de las bendiciones y bondades implícitas que las lluvias acarrean sobre la yerma tierra y la humanidad, también trae consigo  desgracias sobre los más humildes y necesitados, pues en la mayoría de los casos viven en condiciones deplorables y en los sitios más inhóspitos.

Trae consigo la lluvia el germinar de la simiente prolifera en los campos y sembradíos y con ello la abundante cosecha que Caín y los hijos de Caín por los tiempos de los tiempos recolectaran con regocijado ahínco para satisfacción de la necesidad de alimentar a los hijos de Adán…

Ah, ah, y en verano, no se diga, en los días de inclemente verano  reverbera en lontananza la sabana en espejismos de liquido vital, soplan las ventoleras formando tolvaneras que van arrastrando matojos de monte seco en su soplar, el incandescente sol prende en un díscolo guijarro llamas de Vulcano en la agreste y seca  vegetación, la sequia se hace tan fuerte que la gente ha de tomar el agua de allí mismo donde los animales luego de revolcar y revolver el agua estancada también beben.

En los atardeceres del llanero  verano, las alborozadas bandadas de loros y pericos se posan sobre los copos de los árboles, y  con su jerigonza sacan del letargo la calma y la quietud que reinaba allí,  en el maizal del conuco, los monos y araguatos rugen cual feroz animal, mientras huyen por los copos de los arboles con su preciado botín de mazorcas de maíz apersogados en guindas de ristre, pinta el Gran Hacedor y artista etéreo  en el crepúsculo del ocaso  como en alabastro figuras poli cromáticas de una gran multutiplicidad de formas, en el llanero  horizonte,  teniendo este al rojizo sol como fondo, se dibuja sobre un montículo y a contraluz, la silueta de un irreverente y  hermoso venado carameruo,  aúlla un zorro allá en la loma de los leones, en la madre vieja cantan las guacharacas su dislocado alboroto, en los secos cauces los deshojados arboles fructíferos de colmada pica pica, esparcen al soplo del viento el acicate de esta en la sabana, toca alegre maracas la cascabel allí en el recoveco del camino, salta y silba de trecho en trecho  la aguaitacaminos en el sendero como animal señero del destino. Y los chillones rebaños de báquiras cinchadas, verraquean y se aprestan a celebrar un festín en el conuco…Bien, apaciblemente cae la noche, y un sueño inquieto plegado de esperanzas duermen Flora, Ceferino y sus dos lipones millonarios de lombrices…

En volandas pasa el tiempo en que el letargo del sueño debía haber devuelto la fuerza y vitalidad y  a estos seres. Allí en el ranchito de Flora y Ceferino, montado sobre el caballete del techo de la humilde vivienda Canta el gallo pinto, que pareciera en su memoria tener muy bien calculado el tiempo , Es de madrugada y Flora le dice a Ceferino, fíjate viejo que las guacharacas cantan casi que a la par de los gallos,  Ceferino  desperezándose bosteza y  brinca fuera del chinchorro y le dice, guá mujer, por algo dicen los viejos que el cantar de guacharacas sabe calcular el tiempo, luego sale al patio de la vivienda y allí de un tonel saca una camaza, una totuma con agua, con la cual luego de lavarse la cara, entra en la vivienda y ayuda a Flora que ya se había levantado y aseado más temprano, y que luego con manos de madera, en el madera pilón,  pilar el maíz, con sus santas manos de carnal amor lo ha sancochado y molido en cóncava piedra de moler, luego de haber molido y amasado el maíz, y luego de a las arepas dar  forma de redonda luna llena,  en un tiesto las ha puesto mientras que ya Ceferino  esta encendiendo  el fogón que entre topias y a favor de los combustibles leños de guatacaro rápidamente crepita y lanza fulgores y destellos de amanecer. WWWW

.

Luego de ya haber ayudado a Flora en la cocina, Ceferino agarra su bolsa de tabaco en rama y se lleva a la boca una pella de tabaco la cual masticando con fruición parte hacia un rincón del ranchito  donde tiene su paguara, con la cual sale otra vez al patio y comienza a deslizarla  una y otra vez sobre la piedra de amolar, que en el patio esta, y que  desgastada por el continuo uso ha adquirido también  una forma cóncava, como emulando y precediendo, la hechura de las arepas, y es que con esa paguara misma es que el se gana su arepa, su pan diario de cada día,  luego de terminar de amolar pasa el dedo índice sobre el filo del machete, y asiente con satisfacción pues quedo filoso y cortante, luego hiende el  filoso acero en un madrinero que solitario en el patio pareciera custodiar el humilde rancho, entonces se dirige a Flora que esta atizando el fogón, le dice, mujer apura las arepas y el guayoyo, que tengo apuro por que tenemos que reparar el tranquero de la finca del patrón y este nos esta apremiando.

Flora presta le responde, espera y déjate de apuros Ceferino,  que apenas son las tres y que del apuro lo que queda es el cansancio, y estos patrones nunca, nunca reconocen la buena fe y voluntad de su peonada, si no que egoístamente pareciera querer todo para si, así es que ya va estar el café, y tranquilo te lo tomaras, y esperaras paciente a que estén las sabrosas arepas de pan palao que te las voy hacer tostaditas como a ti te gustan para que te las saborees y deleites con suero y requesón,  a todas estas y al amparo del crepitante hijo de Vulcano, los pequeños niños lipones  calientan un tanto sus esmirriados cuerpecitos, mire que es helado el frio en las madrugadas del llanero amanecer llanero. Dicen maita, denos el agua e maíz que se ve ta guena por que quedo espesita y nos la vamos a tomar pa con las arepas  la barriguita llena.

Afuera  late reiteradamente  lucero, perro cazador y centinela y mejor amigo por estos parajes, y es a los vecinos peones del hato y compañeros de faenas de Ceferino a quienes late.

Gritan estos al pasar, heyyyy, agila, agila  Ceferino  que para luego es tarde, y el tiempo vuela, Ceferino les contesta, no hombre, amainen la marcha y vengan pa que se tomen un cafecito bien cerrero y sabroso como solo mi Flora lo sabe hacer.

Se detienen los pasantes y se aprestan a libar el trashumante café, y comentan, guá de verdad que esta bien sabroso, y que te parece Ceferino que donde vamos hoy a corta la madera pa arregla el tranquero hay unos buenos matojos de picapica. A lo cual Ceferino  responde, no hombre eso no es na, que el remedio pa la bendita pica pica es el cuerpo no rasca, ustedes se acordaran del musiu que forastero vino y por no conoce na de por estos lares, vio una mata bien carga de vainas de pica pica, y dijo, ah bay pues que si tan bonitas estas capiruzas, pues fue y  partió raudo a cosecharla creyendo que era capiruza, y mire que en verda la cosecho, pero más le vale que no, por que fue tanta la piquiña que le dio que harto se rasco hasta la sacieda, y le dio una calentura que no podía aguanta y sin oír consejos ,para aliviarse  al agua del rio se fue a tira y allí mismo quedo tieso sin mucha noveda.

Ah caramba Ceferino si es verda, y mire quel mejor remedio pa la picazón que esta da es que en el mismo polvo de la tierra limpia de la sabana ise a revolca.

Así es que luego de este corto coloquio partieron los compañeros de Ceferino, y entonces le dice este a sus muchachos vamos pues, ea, arrea que tenemos por delante largo trecho y es arduo y obligante el trabajo aunque el amo no lo crea.

Así es que luego de una dura jornada de agobiante ajetreo, regresan a su humilde vivienda Ceferino, Flora y sus dos pequeños lipones, y vuelta la mujer a su cotidiano oficio de mujer de hogar, y Ceferino  a preparar sus bártulos para la jornada del día siguiente y los niños a tratar de remembrar olvidados juegos que ya teniendo responsabilidades de adultos han tenido que olvidar.

Luego que Flora sobre la rustica mesa de acapro tiende la cena, compuesta de unos frijoles con arroz, y ya habiendo todos comido, se reúnen en el traspatio de la casa donde saboreando un guayoyo,  empiezan a discernir sobre lo que es esta vida que llevan, sin ningún aliciente ni porvenir, y Flora le dice a Ceferino, caramba viejo, y será que nosotros vamos a pasar toda la eternidad en esta miserable vida nada más que sobreviviendo, cuando nos enfermamos nosotros  o los muchachos el mísero sueldo no alcanza ni para el medico ni la medicina, y es por eso que tenemos que ir con el brujo tanislao que todo parece curarlo con oraciones, pócimas y melao. Y que si en su momento pa la ciuda a busca otros rumbos nos jueramos marchao, nuestra vida juera otra y otros gallos jueran cantao.

A lo que Ceferino  responde; Pero gueno vieja, que le vamos jace, si este pareciera por Dios nuestro destino marcao, y ya eso ta bien sentenciao, que dios no le da cachos a burro y menos si es sabanero, y bien resabiao. Como me hubiese gustao que cuando menos  nuestros muchachos a la escuela  fueran  ido y estudiao , pudieran cambiar su vida, por que lo que es nosotros ya tamos fregaos.

Verdad que tienes razón Ceferino, me acuerdo del compai Ruperto, que harto de vivir de limosna, con la comae y sus cuatro lipones a la ciudad se marcharon, y que de nada les valió, por que mi compae era llanero consumao y diestro en las labores de campo y ganao, pero de las penas de la ciudad no tenia, no tenia ni idea como allí se bate el melao, y llegaron allí a Caracas y sobre un cerro hicieron un ranchito de latas de peisicola,  tabla y cinz, y de techo una propaganda de la oil many corporation, es fácil tener un mustang,  pero luego a la tarea de buscar trabajo en la ciudad se ha dao y mire que hizo lo imposible para conseguir el sustento que con un digno trabajo hubiera ganao, y visto que no lo lograba y teniendo muertos de hambre a la comae y sus cuatro pelaos, se le vino por agarrarse en una panadería una bolsa de panes tostaos, y fue por el dueño acusao, y hecho  preso  y amarrao al Callao fue mandao. Mi comae tubo que meterse a la prostitución y los pequeños en delincuentes se convirtieron, Mi compae Ruperto salió libre pero dañao por  tener que convivir en promiscuidad, hacinao entre malhechores y facinerosos , pero ya no teniendo familia ni nada que le importara, armao con una pistola de juguete se metió a una gasolinera a roba y allí mismo a la policía  por su dueño jue denunciao, la policía esta le cayo a tiros y allí mismo su mísera  vida dio por acaba. Y en un charco de sangre quedo quien tenia su destino fijao.

Bueno mujer le contesta Ceferino, si es bien cierto que mi compae Ruperto tubo la desgracia de abandonar el campo pa ise a la ciudad, pero eso de que es el destino quien nos tiene marcaos, no creo que sea cierto, por que tu sabes también de Pedro el ñamero, que se jarto de trabaja por allá en las montañas  de Guátopo  sembrando y cosechando ocumo, ñame, cambure plátano, y no viéndole el queso a la tosta, y cansao que le viniera todo el que le daba gana a explota, es que agarro y se se jue  pa la Guaira, y allí se metió a trabaja primero ambulante,  vendiendo trashumante y caliente café cerrero, después trabajo en el puerto  de caletero, pero luego un patrón le agarro cariño y le enseño el oficio del comercio de importación, y ahora el ñamero lidia con unos cajones que llaman containes, y mire que le ha ido bien, por que tiene una muy  buena quinta, un abasto y dos carros ultimo modelo aparte de un camión donde transporta la mercancía y por ello nunca tiene el arca vacía.

Ah carrizo Ceferino no te digo yo, vámonos entonces también nosotros pa La Guaira, que quien sabe si allí esta nuestra suerte guarda, por que al parece es un puerto donde hay lugar pa mucha gente labora, y no segui de esclavos aquí, de un patrón que lo que nos hace es saca la ultima gota e sudor y por los muchachos nosotros cuando enferman llora, que ganamos todos los años jaciendo conuco pa que vengan la gente y los animales a roba y en la despensa nunca tener na que guardar.

Bueno Flora,  negra monos pues le contesta Ceferino, vamos a recoge to los corotos que nos podamos lleva y principalmente horita mismo los burros enjaeza , terciarles el pilón, la escopeta, el machete y la piedra de amola, el chinchorro las hamacas, los colgaderos y el catre pa descansa.

Así es que luego de arrimarle la carga al arreo de burros Flora y Ceferino con sus muchachos montaron en su esmirriada mula baya y en la burra corneta y se agilaron por el camino de nunca jamás que no te volveré a ver, o como dice Florentino hoy te quiero y hoy te olvido pa recordarte mañana, que si me quedo contigo yo pierdo y tu nada ganas, y así por esos polvorientos e intransitables caminos se perdieron en lontananza convirtiéndose en apenas un puntico en la lejanía, siendo de Flora y Ceferino  escotero su único y más fiel amigo el perro lucero.

Y en la travesía del periplo fueron pasando poblados, pueblos y pueblito y siendo el llano infinito e inmenso y pasar tantas casas, caños, ríos y caseríos, que de cuando en cuando había Ceferino  de prestarse como obrero para conseguir algunos churupos para cubrir los viáticos,  tardaron en llegar a Caracas lo que tardo Bolívar con sus tropas en atravesar los Andes y su frio.

 

 Y bien, cuando llegaron  a la ciudad hicieron buenas migas con una familia que vivía allí en la Dolorita  de Petare, y estos  les ayudaron a conseguir un pedacito de terreno en el cerro, donde en un pequeño espacio y  a duras penas  construyeron su pequeño ranchito de latas, cartón y zinc, pensaron ellos que más adelante al progresar irían adquiriendo  una mejor vivienda y salir de allí donde aparte de la cuesta por subir a diario, tenían que convivir con el desaseo, los chorros de agua putrefacta que bajaba por una zanja desde la cima del cerro, y así que allí parecía proliferar más el abandono y la compiscuidad que en su añorado llano.

Y  Ceferino  se afanaba en conseguir un trabajo aun cuando menos recogiendo basura, pero en vez de conseguir este, lo que se vio obligado fue a hurgar en los basureros, tratando de conseguir algo de comida aun cuando estuviese algo descompuesta para así mitigar en algo la hambruna en la familia, y así fue degenerando el ansia por  un porvenir mejor en una forma de vida infrahumana,… y  ya cansados de tanta roña pasar, reunidos en el ínfimo espacio donde convivía esta pobre y humilde familia comentaban; caramba viejo  dice Flora, es verdad que para sobrevivir en la ciudad hay que empeñar hasta el alma al diablo, y creo que seria mejor si nos fuésemos de regreso a nuestra querida querencia del llano, que allí aunque sea de la casa y la pesca y de las raíces de batata y de la yuca raya, con su casabe nos podamos harta, allí podemos al menos tener una vida llevadera y no nos vaya pasar como a otros que han venido a la ciudad por lana y han salido trasquilados.

Caramba vieja, tienes razón vámonos antes que sea muy tarde, por que al parecer como dicen que nadie es profeta en su pueblo, ni en otro tampoco lo es, caray como es posible tanta pobreza, hambre y miseria en un país tan rico, que tiene tanto petróleo, infinitas riquezas minerales, en oro, diamantes, hierro, aluminio y pare usted de contar, en fin aparte de ser una de las primeras potencias productoras de riquezas minerales, también lo es por su historia que casi ningún país del mundo se puede equiparar a nuestro País por sus gestas libertarias, pero que esas ingentes  riquezas van a dar a los bolsillos de unos pocos que se creen los dueños y privilegiados y hasta se las llevan como botín  a otros países, ah y que este País tiene lo más preciado e invaluable, su gente, que contiene en si un gran potencial para desarrollar y salir por siempre del  inhumano oprobio de la miseria.

Así es que Flora y Ceferino  recogieron de nuevo sus bártulos y voltearon los burros con las guruperas pa tras, y se regresaron a su llano jurando nunca más volver a la ciudad inventar

Así es como la piedra que era yo culmino este pequeño relato de cómo es la dura vida de aquellos que por no tener de conocimientos más que los que la vida y sus vicisitudes les ha enseñado, parecieran tener que resignarse a vivir, si es que puede llamarse vida a estar supeditados a depender de los designios ajenos.wwwwwwwwwwwwwwwwwwwww

Los pasantes caballeros de la media luna creciente, pidieron a la piedra que era yo; Por favor no se duerma todavía y nos cuenta otra fabula de esas tantas que usted  sabe. Y así se nos acorta y hace más llevadero el llegar del día.

Contesta la piedra que era yo; Ah bueno Entonces, acomódense, que  Ahora les contare esta, pongan atención y  ya que bien  se apresten,  paren bien  la oreja que les voy a resumir otra historia que aunque increíble, es relación de un hecho verídico del cual fui testigo y es el del venao encaramao o moneador.

              Esta humilde historia continuará