martes, 4 de diciembre de 2012

De los Últimos Hombres A Caballo El General R.E.A.C


GENERAL EMILIO ARÉVALO CEDEÑO


TAL DÍA COMO HOY EN 1882 NACE EN VALLE DE LA PASCUA O VILLA DE LA PAZ, ESTADO GUÁRICO VENEZUELA EL GENERAL REVOLUCIONARIO EMILIO ARÉVALO CEDEÑO, UNO DE LOS ÚLTIMOS HOMBRES A CABALLO...

GENERAL EMILIO ARÉVALO CEDEÑO
(APROXIMACIÓN A UNA BIOGRAFÍA)
(Valle de la Pascua, Estado Guárico, 04-12-1882/ †19-05-1965)




. FELIPE HERNÁNDEZ G.
/Cronista de Valle de la Pascua
3 de mayo de 2011

Célebre jefe guerrillero venezolano de comienzos del siglo XX, nació en Valle de la Pascua, estado Guárico, el  4 de diciembre de 1882, ciudad donde murió el 19 de mayo de 1965. Fueron sus padres, el general Pedro Arévalo Oropeza y doña Dionisia Cedeño. Don Pedro Arévalo Oropeza, fue general, soldado de La Federación, “caudillo liberal de gran prestigio en Valle de la Pascua y el Oriente del Guárico, fue el primer jefe del partido de Los Turupiales”, combatió al gobierno de Antonio Guzmán Blanco. También fue presidente del Concejo Municipal de Valle de la Pascua, entre los años 1882 y 1884. Su madre, doña Dionisia Cedeño de Arévalo, descendiente de indígenas y bisnieta del prócer Manuel Cedeño, “le inculcó al pequeño Emilio la bravura y el amor a la tierra propio de los Tamanacos”.
Emilio Arévalo Cedeño estudió en el Liceo “Roscio” de Altagracia de Orituco, que tempranamente abandonó porque fue cerrado por orden del Ministerio de Educación. Se dedicó a recorrer los llanos como comerciante ambulante de bestias. Se hizo socio de una pequeña imprenta en Altagracia de Orituco, donde editó en pequeño formato un periodiquito llamado El Titán, que sólo tuvo ocho números. Luego estableció una bodega que se incendió totalmente. Volvió al comercio de frutos, animales y actividades de sustento que lo llevaron a recorrer vastas porciones de la geografía venezolana y a relacionarse con innumerables personas, hasta que se dedicó a dominar plenamente el oficio de telegrafista que ya había practicado en su labor periodística.
En San José de Río Chico, fundó el periódico Helios, también de poca duración. En 1905, siendo orador de orden en una fiesta social, lanzó severos ataques contra la tiranía de Cipriano Castro. A finales de 1908 se encuentra en Caracas, y presencia de primera mano los episodios conducentes a la caída de Cipriano Castro y el ascenso al poder del futuro dictador, Juan Vicente Gómez. Emilio Arévalo Cedeño siente el despertar de su anhelo libertario.
 Fue testigo de la poblada contra el diario El Constitucional, fuertemente reprimida por el gobernador del Distrito Federal, Pedro María Cárdenas. El 19 de diciembre de 1908, cuando se iniciaba la dictadura de Gómez, y casi nadie reaccionó, Emilio Arévalo Cedeño lanzó su grito de guerra:“¡¡Los venezolanos renunciaron a su sexo para convertirse en mujeres!! Los venezolanos sienten placer y orgullo en ser esclavos de Gómez y de su tribu”.
“Todo es del Estado. Y el Estado es el Jefe, el Benemérito, el Amado Líder. La historia vuelve a repetirse, como decía el viejo tango. Las autocracias te quitan lo tuyo. Tus propiedades. Tu dignidad. A menos que te arrodilles. Todas las dictaduras se parecen. He aquí la conclusión a la que arribó Emilio Arévalo Cedeño”.
 Ese mismo año 13 condujo una manada de trescientos potros hasta Apure, que ambicionaba venderlos a buen precio, aun cuando ya el monopolio gomero se extendía como un pulpo séptico por doquier. En San Juan de Payara contactó a sus habituales compradores. Medrosos, los clientes confesaron su imposibilidad de adquirir las bestias. La orden era tajante: “Únicamente el representante de Gómez podía comprar los caballos, cancelándolos a su exclusiva conveniencia. Desobedecer esta arbitrariedad se pagaba con cárcel y hasta con la vida”.
Emilio Arévalo Cedeño se llegó hasta el hato La Candelaria. Negoció a precio vil con el general Eulogio Moros, procónsul gomero en Apure, la venta de sus potros. Arévalo Cedeño se prometió a sí mismo cobrar la afrenta que lo llevaba a la ruina. Simultáneamente, Gómez se hacía reelegir democráticamente” por siete años más, gracias a un congreso genuflexo que lo habilitaba y lo rehabilitaba a tal fin. Arévalo Cedeño decidió no soportar impunemente tanta desvergüenza.
.
El historiador J. A. De Armas Chitty, en su obra Historia del Estado Guárico (1982), expone que:“La figura de mayor relieve en la protesta rebelde contra la dictadura del general Juan Vicente Gómez, es la del general Emilio Arévalo Cedeño, quien entre 1914, en Cazorla, y 1929, en La Panchita, realiza numerosas invasiones, recorriendo la región central del país…”.
Prácticamente, en el Guárico sólo combate Arévalo Cedeño, en los sitios de El Alto del Jobo, al Este de Santa María de Ipire, el 2 de septiembre de 1921, cuando bate al coronel Julián Carreño España, y con este, a hombres aguerridos, como los coroneles Manuel Toro Fernández, M. Martínez Segovia y Carlos Hernández Abello. Se ignora cuantos murieron en este encuentro. De ahí, que De Armas Chitty, ahora en su obra Semblanzas, Testimonios y Apólogos (1982), haga del personaje, la siguiente acotación:
“Dentro de una perenne expresión rebelde, este hombre menudo y ágil, abre una parábola que él mismo cierra porque es el primer caudillo y al mismo tiempo es el último que se alza contra la dictadura del General Juan Vicente Gómez. […] Los pueblos le aplaudieron y le ayudaron porque comprendieron cuán noble es luchar contra ejércitos numerosos siendo débil y con un ideal de justicia…”.  
En 1926, Arévalo Cedeño participó, junto con Carlos León, Gustavo Machado y Salvador de La Plaza, en la fundación en México del Partido Revolucionario Venezolano (PRV), del que se retiró al poco tiempo al darse cuenta de sus inclinaciones marxistas; lo que le valió serias críticas, así como el apodo de “Caricatura de Centauro” por parte de Rómulo Betancourt. Después de la muerte de Juan Vicente Gómez, retornó en 1936 a Venezuela donde publicó El libro de mis luchas
El historiador Harrison Sabin Howard (1984), refiere que: “A pesar de todas las limitaciones del enfoque de Arévalo Cedeño, pocos venezolanos le igualaron en la persistencia de su oposición. Y hubo momentos oscuros para la oposición a Gómez en el que inspiraba un gran respeto y constituía una esperanza para los que, como él, le resistían”. En 1927 Nicolás Hernández escribió una vez a José Rafael Pocaterra que los demás caudillos “tienen que convencerse que la única esperanza hoy es Arévalo y que si esa chispa revolucionaria se extingue tendremos que olvidarnos de Venezuela hasta que el cáncer o una disentería acaben con Gómez…”. Arévalo Cedeño era “un hombre desinteresado”que “no ha militado en la política de nuestro país; ha sido militar y nada más, y esta candidez política está puesta de manifiesto en su directorio, nombrado para no aparecer un ambicioso vulgar si se proclamaba por sí Jefe de la Revolución”. Carlos Delgado Chalbaud rechazaba la impulsividad de Arévalo, pero admiraba la tenacidad y las energías, “…Tengo por él una viva simpatía, pues es un hombre de méritos…”. Y muchos años después de la desgraciada invasión de Román Chalbaud en 1929, José Rafael Pocaterra sostenía “que el único de los hombres de la oposición de quien creo tiene la voluntad de servir con su persona para encabezar un movimiento revolucionario eficaz, si tiene elementos, es Emilio Arévalo Cedeño”.
La acción más extraordinaria de este guerrero fue la derrota, captura y muerte de ese monstruo - jefe del Territorio Federal Amazonas- llamado Tomás Funes. Funes junto con Vicencio Pérez Soto y Eustoquio Gómez eran los tres más formidables pilares de gomecismo. El fusilamiento de Funes puede considerarse una de las acciones más épicas realizada en el siglo XX, si se toma en cuenta la poderosa fuerza que tenía este asesino para proteger sus multimillonarios intereses en batalá. En la novela La Vorágine (1924) del escritor colombiano, José Eustasio Rivera, Funes es tétricamente retratado como un prodigio de maldición abortado por lo más abyecto de la selva.
En una oportunidad, derrotó al ejército gomecista del general Manuel Padilla, e inmediatamente después tomó el pueblo de Santa Ana. Conocedor de la línea sur-este manipuló el aparato y llamó con la señal “treintiuno” (distintivo de los telegramas para Gómez) y escribió: “De acuerdo con mi telegrama de ayer, tengo la satisfacción de participar a Ud. que he capturado al faccioso y ladrón Arévalo Cedeño, suplicando a Ud. respetuosamente se sirva decirme que hago con él”. En otra oportunidad, asaltó la oficina telegráfica de Orituco y trasmitió el siguiente mensaje:
.
En todas sus proclamas no dejaba de recordar frases del Libertador, su gran inspirador en todas sus batallas. En su trabajo siempre puso de manifiesto “la persistente cobardía del pueblo venezolano”, con frecuencia habla de esclavos, no de venezolanos: casi nadie le quiso acompañar en su lucha, fue varias veces traicionado. En sus viajes a Trinidad, Nueva York, Barranquilla, Arauca y Cartagena pudo comprobar que los venezolanos allí asilados eran unos charlatanes que le tenían pavor a Gómez, aunque contra él perorasen toda clase de insultos. Fue un hombre muy solo, y solo luchó contra Gómez casi treinta años.
Ya en 1923, encontrándose en Nueva York, siempre conspirando contra Gómez, decía: “El petróleo fue una maldición para Venezuela, porque aquella riqueza, así como pasaba a las arcas del tirano, de su familia y de sus favoritos, así también dio fuerzas a la tiranía con el apoyo de los gobiernos de Norte América, Inglaterra, Holanda y Francia y otros más, para que Gómez hiciera la desgracia de nuestra Patria”. Arévalo Cedeño hizo más de siete invasiones contra Venezuela y jamás fue capturado. Convencido estaba de que los revolucionarios asilados en Nueva York poco o nada harían por la libertad de su país: “El 12 de abril de 1923 tomaba un barco para llegar a Panamá [...] dejaba a mis compatriotas atrofiados por aquel ruido ensordecedor del que nos hablara el magno poeta de Nicaragua, quienes como atrofiados nada harían nunca por la libertad de Venezuela”.
En la invasión a Venezuela de 1924, tomó San Fernando de Atabapo y organizó un gobierno revolucionario en el Territorio Federal Amazonas. En realidad él tenía que hacer frente al gobierno colombiano que también le perseguía. Dirigió comunicaciones a los compatriotas en el exterior para que acudieran donde él estaba haciendo aquella tenaz oposición a Gómez, pero nadie se movió. Tendría que confesar desesperado que aquellos haraganes que se daban a la tarea de criticar cuanto él hacía, eran los responsables de los crímenes de Gómez. Y añade en sus memorias: “Pero esos hombres vendrían después satisfechos al país a recibir los cargos de la República, a coger los dineros de nuestros pueblos, porque Venezuela es una nacionalidad en donde la sanción no existe, que sabe olvidar muy pronto, en donde es lo mismo ser bueno que malo, ser honrado que ladrón”.
En marzo de 1925, vuelve a Nueva York en busca de ayuda para intentar invadir nuevamente a Venezuela. Encontrándose de nuevo con todas aquellas momias egipcias, como él llamaba a los exiliados venezolanos en esa ciudad: gente, que según él, vivían del negocio de la revolución. Un día Inocencio Spinetti le dijo: “Tú estás equivocado, y esos hombres tienen razón, porque ellos no necesitan hacer nada contra Gómez, porque regresarán a la Patria a recibir puestos que los esperan; tú te sacrificas por un deseo de Patria libre, pero ellos se ríen de ti, porque su posición está asegurada sin tener las penalidades que tu sufres”. Es decir, que su guerra a la vez de hacerla a Gómez también iba contra la resignación miserable de su pueblo y contra esos dirigentes que se encontraba tranquilos y felices, dándose la gran vida en nombre de la libertad y de las llamadas luchas sociales.
El general Arévalo vivió calvario, siempre buscando dinero en Francia, Inglaterra y La Habana. Era un hombre culto que hizo amistad con escritores eminentes como José Vasconcelos, autor de La Raza Cósmica, José Rafael Pocaterra y Rufino Blanco Fombona. Luego de recorrer varias islas en Las Antillas pasó a México. En mayo de 1927 partió hacia París para entrevistarse con el general Román Delgado Chalbaud. Nada en claro quedó de estos encuentros, hasta que ingresó otra vez a Venezuela por el Arauca.
De la República Dominicana pasó a Panamá. Cruzó nuevamente Colombia, para volver a internarse con sesenta compañeros por El Vichada y aparecer otra vez por la frontera. Entonces se les persiguió con aviones, que metían más bulla que miedo. Según Arévalo eran aeroplanos muy fáciles de echar a tierra, totalmente inofensivos. El día 5 de marzo de 1931 emprendió su séptima invasión desde la línea de El Cubarro.
“He juzgado siempre el comunismo como una gran mentira y como un medio de que se valen los desvergonzados y haraganes para llevar a cabo los criminales propósitos de vivir a costa de los engañados”. Condena igualmente al Aprismo por considerarlo servil a Rusia. En esto coincide con Rómulo Betancourt.
Arévalo hizo duras críticas a los intelectuales de la época, “serviles a Gómez”; dice de Manuel Díaz Rodríguez, senador de la República al servicio del régimen, en una fiesta que daban a la concubina del tirano, tuvo el escritor esta frase para la homenajeada: “Bendito sea tu vientre, oh Dionisia, que ha dado aguiluchos y palomas a la sociedad”.
Cuando salió de Lima, el gobierno puso a su disposición un avión que lo llevó al puerto de Talara en el norte de Perú. Siguió a Guayaquil siempre en contacto con luchadores que le pudieran acompañar en sus guerras. Luego marchó a Ipiales, pasó por Berruecos para más tarde pasar a Santa Marta, donde planteó que este debería ser el lugar de peregrinación de todos los niños de nuestras escuelas. Una vez al año todos los niños de América debían visitar el lugar.
“un enemigo tan pernicioso como la ignorancia, la tiranía y el analfabetismo los demagogos andan pregonando la destrucción de la propiedad privada y la imposición de dictadura del proletariado”.
De Halifax pasó a Jamaica, luego a la República Dominicana donde fue detenido. Primera vez en su vida que era detenido. Esto provocó un escándalo internacional que movilizó a la diplomacia cubana, sobre todo al general don Enrique Loynaz del Castillo, quien fue Jefe del Estado Mayor de Máximo Gómez y quien también prestó servicio al presidente Sánchez Cerro. De otro modo Rafael Leonidas Trujillo (Chapita Trujillo), dictador íntimo amigo de Gómez, lo habría asesinado.
Marchó entonces otra vez a Jamaica para volver de nuevo a Perú, pero el primero de marzo de 1933 se enteró del atentado contra Sánchez Cerro, por parte de un comunista que acabó con su vida. Regresó a Jamaica. Pasó a Martinica, luego a Guadalupe, Santa Lucía, Puerto Rico, siempre asediado por los agentes de Don Bisonte (Juan Vicente Gómez). Con ayuda otra vez de Pocaterra, el primero de septiembre de 1935, acude a encontrarse con éste en Nueva York, y el 18 de diciembre, recibe una llamada de su amigo, el doctor Rafael Ernesto López, quien le dice: “Arévalo, se murió Gómez”.
Entonces, el Presidente Eleazar López Contreras le da seguridades para que vuelva al país y lo hace, ya no por las selvas, escondido tras falsos nombres y bajo el acoso de las fieras del tirano. Llega a La Guaira el 15 de enero de 1936, donde abraza a su esposa y a su hijo (de quince años de edad, a quien no conocía). Veintitrés años de lucha y de duro y permanente bregar contra la más larga y cruenta tiranía que hasta entonces había vivido América. Rómulo Betancourt, cuando supo de la llegada de Arévalo Cedeño a Venezuela, y que se le recibía con honores, dijo: “Pobre Centauro de Caricatura”. El general Emilio Arévalo Cedeño fue senador el por estado Guárico y más tarde gobernador del mismo estado. Fue casado con su prima, doña Pepita Zamora Arévalo, con quien procreó a su único hijo, Pedro Emilio Arévalo Zamora. En el libro Mis Luchas, expone lo siguiente:
"En mis viajes conduciendo caballos para el Estado Apure el año 1913, tuve la satisfacción por un mandato de mis afectos, de contraer matrimonio con la señorita Pepita Zamora Arévalo, mi prima, a la cual desde muy niña profesé un cariño bastante acendrado y quien siempre tuvo para mí la devoción de su ternura de niña, y cuando mujer, al saber de mis intenciones de unirme a ella, trocó el afecto de la infancia por el amor más grande, para ser mi esposa, correspondiendo así al gran amor que yo tenía y tengo por ella"
El escritor vallepascuense Nicolás Soto (2011), recuerda al anciano General, de la manera siguiente:
.
El general Emilio Arévalo Cedeño murió de arteriosclerosis, en su pueblo natal, Valle de la Pascua, el 19 de mayo de 1965, a la edad de 83 años.
A modo de reconocimiento por su gesta libertaria, en su natal Valle de la Pascua, el año 1969 su nombre fue escogido como epónimo del Parque de Ferias “General Emilio Arévalo Cedeño”, y fue develado un pequeño busto a un lado de la entrada principal; asimismo, al noreste de la ciudad existe un populoso sector que lleva su nombre. En la actualidad está previsto que el tramo ferroviario de la línea del eje norte llanero centro occidental tramo Tinaco-Anaco se llame "General Emilio Arévalo Cedeño".


GRACIAS ATTE: .:. .:. .:. ...




REFERENCIAS

ALTAMAR DIART, Víctor Manuel. (1999): Difusión de valores del Amazonas. Caracas: Gobernación del Estado Amazonas. Impreso en Italgráfica SA.

ARÉVALO CEDEÑO, Emilio. (1977): Viva Arévalo Cedeño: El libro de mis luchas. Autobiografía de Emilio Arévalo Cedeño. Prólogo de José Antonio De Armas Chitty. Caracas: Publicaciones Seleven CA.

BOTELLO, Oldman. (2011): Golpe de suerte que catapultó a Arévalo Cedeño. Tomás Funes fue fusilado hace 90 años en Amazonas. Publicado en: Blog Historiografías, miércoles 26 de enero de 2011.

BOTELLO, Oldman. (2005): Guayabal y CazorlaApuntes para su Historia. San Juan de los Morros: Publicaciones de la Universidad Rómulo Gallegos. Centro de Estudios Sociales y Agrarios (CENSA).

DE ARMAS CHITTY, José Antonio. (1982): Historia del Estado Guárico. Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República.

DE ARMAS CHITTY, José Antonio. (1982): Semblanzas, Testimonios y Apólogos. Caracas: Academia Nacional de la Historia.

FUNDACIÓN POLAR. (1988): Diccionario de Historia de Venezuela. Caracas: Editorial Ex Libris.

GARBI SÁNCHEZ, José. (1977): Alzamientos, cárceles y experiencias. (Historia Contemporánea). Prólogo de José Antonio De Armas Chitty. Caracas: Editora Venegráfica CA.

GUEVARA FEBRES, Jesús A. (2009): Aclaratorias para que no se distorsione la historia y la identidad caicareña. Columna Acuarela Caicareña. Maturín: Diario El Sol de Maturín, 9 de marzo de 2009.

HERNÁNDEZ G. Felipe. (2010): La Batalla de la Peña o la escaramuza donde fue derrotado Arévalo Cedeño. Publicado en: Blog Fuego Cotidiano, 13/03/2010. http://fuegocotidiano.blogspot.com/

HOWARD, Harrison Sabin. (1976): Rómulo Gallegos y la revolución burguesa de Venezuela.Caracas, Monte Ávila Editores.

LARES BOLÍVAR, Elisur Emilio. (2008): Arévalo Cedeño y su paso por Arichuna en 1921. Calabozo: Ponencia presentada en el III Encuentro de Cronistas e Historiadores de Calabozo, marzo, 29 y 30 de 2008.

MAGALLANES, Manuel Vicente. (1983): Los Partidos Políticos en la Evolución Política de Venezuela.  Caracas: Ediciones Centauro.

MENESES, Ramón. (1991): 78 Años cumple Asalto al Amazonas. (Puerto Ayacucho. Exclusivo). Caracas: Diario El Nacional, 16 de mayo de 1991.

POCATERRA, José Rafael. (1990): Memorias de un venezolano de la decadencia. Caracas: Biblioteca Ayacucho. Editorial Ex Libris.

RUBÍN ZAMORA, Lorenzo. (1972): Diccionario Biográfico-Cultural del Estado Guárico. Caracas: Gráficas Herpa.

SANT ROZ, José. (2008): La odisea equinoccial de Emilio Arévalo Cedeño. Publicado en: www.aporrea.org 09/05/08 - http://www.aporrea.org/actualidad/a56679.html
           
SOTO, Nicolás. (2011): Emilio Arévalo Quijote (I).  Publicado en: Analítica.com. Lunes, 10 de enero de 2011. http://www.analitica.com/va/sociedad/articulos/4896227.asp
           
TAPIA, José León. (2006): Tiempos de Arévalo Cedeño. Recuerdos de un soldado. Caracas: Editorial Alfa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario